Un globo lleno de helio puede flotar muy alto en la atmósfera, sin embargo, no puede volar hasta el espacio exterior, llega un punto en la atmósfera donde el globo deja de avanzar, ese límite máximo lo establece el Principio de Arquímedes, que dice que los globos dejarán de elevarse una vez que su densidad coincida con la del aire circundante.
Por lo tanto, no hay posibilidad de que los globos entren al vacío del espacio.
Los globos clásicos, de jugete, explotan a unos 10 km, mientras que los globos meteorológicos profesionales alcanzan alturas de 30 km.
Sin embargo, en 2002, un globo de helio voló hasta los 53 km, construido por el Dr. Takamasa Yamagami y sus colegas del Instituto de Ciencia Espacial y Astronáutica de EEUU.
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