Los satélites pueden orbitar alrededor de nuestro planeta, porque giran a velocidades, que son lo suficientemente rápidas, como para vencer la fuerza descendente de la gravedad. Los satélites, son enviados al espacio, por un cohete lanzado, desde el suelo, con suficiente energía para salir de nuestra atmósfera. Una vez que el cohete alcanza su ubicación determinada, deja caer el satélite en su órbita. La velocidad inicial del satélite, que se mantiene, a medida que se separa del vehículo de lanzamiento, es suficiente para mantener un satélite, en órbita durante cientos de años.
Un satélite mantiene su órbita al equilibrar dos factores, su velocidad, (la velocidad que se necesita para viajar en línea recta), y la atracción gravitacional, que la Tierra tiene sobre él. Un satélite que orbita más cerca de la Tierra, requiere más velocidad, para resistir el tirón gravitacional más fuerte.
Los satélites llevan su propio suministro de combustible, pero a diferencia de cómo un automóvil usa gasolina, no es necesario mantener la velocidad en órbita. Está reservado para cambiar la órbita o evitar colisiones con escombros.
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