En los últimos 30 años hemos perdido tres cuartas partes de la capa de hielo flotante y 2016 ha sido el año más caluroso de la historia.
Durante 800.000 años el hielo ha sido parte permanente del Ártico. Ahora se derrite por el uso desmedido de energías fósiles (este año el mínimo de hielo ha sido el segundo peor de la historia). La disminución de hielo tendrá consecuencias globales y afectará no solo a morsas y osos polares, sino al clima del planeta, aumentando la frecuencia de tormentas y fenómenos metereológicos extremos. Para salvar el Ártico, debemos actuar ya.