El juego del dilema del prisionero es uno de los problemas más famosos de la teoría de juegos.
El dilema puede formularse como un juego entre dos delincuentes que dudan entre no confesar o culpar a su cómplice, su formulación es la siguiente:
La policía arresta a dos sospechosos. No hay pruebas suficientes para condenarlos y, tras ser separados, la policía visita a cada uno y les ofrece el mismo trato a cada uno.
Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la pena total, cinco años, y el primero será liberado. Si uno calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y será el cómplice quien salga libre. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a tres años. Si ambos lo niegan, serán encerrados durante un año por un cargo menor.
La mejor situación para un sospechoso es intentar que el otro no hable y confesar él, así se libraría de la condena y el otro iría cinco años a prisión.
Sin embargo, lo mejor para los dos sospechosos es no confesar, así solo serán condenados un año, pero salvo que puedan confiar en que el otro no confiese, lo mejor será confesar, de ahí el dilema.
Por tanto, salvo que se tenga la certeza plena en tu compañero, lo más seguro es confesar.